miércoles, 11 de octubre de 2006

ENCRUCIJADA

LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN COLOMBIA: EL RETO DE LA CALIDAD Y DE LA COMPETITIVIDAD
Autor: Napoleón Garrido Alvis.
Es simple: el mapa de la globalización que ha impuesto el nuevo orden mundial obliga a que nuestras universidades rediseñen sus tradicionales estructuras a las necesidades y condiciones de un ambiente cada vez más exigente y cambiante, cuyos avances científicos y tecnológicos innovadores suponen inéditas dinamizaciones e interacciones; constituyendo la inserción en la comunidad académica internacional y el reconocimiento de pares, un imperativo social que legitima la productividad de nuestras universidades.
Para abordar este análisis, consideremos inicialmente el discurso acerca del sistema educativo como un todo, desde la vigencia de sus actuales estructuraciones.
Como bien afirman A. Arellano y María E. Bello (Revista Interamericana de Educación OEI. 2002) “Las tendencias mundiales muestran los rasgos relevantes de la llamada crisis de los sistemas educativos, sistematizados así por Hevia (1.992).
· Desarticulación y aislamiento del sector educativo con otros sectores del Estado y de la sociedad.
· Carácter centralizado y burocrático de su administración.
· Procesos educativos centrados en la enseñanza.
Ello se concreta en el carácter ineficiente del sistema, cuyos síntomas visibles se leen en los escasos logros en relación con las inversiones, la ausencia de aprendizajes relevantes para la vida (léase sistema productivo, cultural, social e individual) y la inequidad en la distribución de servicios y saberes escolares". Situación ésta que genera evidentes tensiones y desequilibrios sociales, que ha llevado a que los Estados diseñen nuevas políticas en esta materia, atendiendo especialmente las orientaciones producidas en escenarios internacionales como la Unesco.
Así mismo señalan más adelante: “No obstante, la ambigüedad del discurso de la calidad, éste propicia el descubrimiento de la vulnerabilidad y debilidad de las políticas y las reformas”. De esta manera, el paradigma de gestión cobrará vigencia desde la evaluación de resultados, cuya mayor exigencia es la competitividad tan propia del discurso oficial, ligado a conceptos de eficiencia y cobertura. Pero también el discurso pedagógico cobrará vigencia desde la intersección de saberes, desde el cruce de caminos que implica su recoceptualización como saber interdisciplinario en un ambiente que requiere flexibilidad y pertinencia de contenidos, métodos, ambientes y presupuestos epistemológícos eficientes dentro de un sistema complejo y mediado por nuevas tecnologías. Su configuración en un ámbito de múltiples perspectivas y paradojas. Pues donde se resquebrajan la formulaciones ha cambiado la realidad, cuya interpretación teórica no alcanza a penetrar su complejidad y la falta de coincidencia genera insoslayables tensiones y desafíos.
Aguerrondo apunta certeramente al diagnostico: burocratización, rutina de prácticas escolares, obsolescencias de los contenidos curriculares, ineficiencia de los resultados y asegura, “la ideología de la eficiencia social entiende calidad de la educación como eficiencia y ésta como rendimiento académico”.
Pero “la educación es un sistema complejo que contiene múltiples subsistemas fuertemente conectados… como todo sistema social, se autotransforma y tiene consciencia de ello, lo que implica un cambio de estructuras.”.
El concepto de calidad se estructurará entonces como cumplimiento de las demandas de la sociedad en diversos ámbitos, de manera que la coherencia o incoherencia entre el sistema político vigente y la organización del sistema educativo arrojará evidencias de satisfacción (o insatifacción) según corresponda y las instancias de toma de decisiones procurarán los ajustes y reformas necesarias que aseguren el equilibrio del sistema social.
La educación superior no es ajena a estos procesos y en este sentido surge la necesidad de reconceptualizar y precisar su razón de ser y existencia en tiempos de crisis y de profundas complejizaciones. La incertidumbre es el carácter de lo complejo. Abordar los sistemas y fenómenos complejos es la dinámica de la ciencia. A la pedagogía le corresponderá entonces la tarea de hacer aprehensible el conocimiento producido por la ciencia y la construcción de unos fundamentos epistemológicos propios que faciliten la interpretación
de la red de sistemas y relaciones que configura la realidad vista desde el sentido de lo educativo.
El discurso de las actuales políticas educativas gira, por lo tanto, en torno a los conceptos de cobertura, calidad y eficiencia del sector, así mismo de la pertinencia de las decisiones y estrategias. Sin embargo, frente a la discusión propuesta y generada en torno a los documentos sobre Calidad de la Educación en Colombia, conviene realizar algunas precisiones conceptuales que nos permitan discernir caminos y señalar, desde nuestra visión particular, los desafíos que plantea repensar el proceso de aseguramiento de la calidad, considerando las condiciones vigentes, las estrategias diseñadas para alcanzar las metas de cobertura, calidad y eficiencia en la visión propuesta para Colombia 2019 y la competitividad de nuestras instituciones en el nuevo escenario mundial.
Surgen entonces algunos interrogantes con el objeto de precisar lo que es pertinente de lo que no lo es, dadas las actuales características de la Educación Superior en Colombia
¿Es posible generar un modelo empresarial competitivo, un gran crecimiento en ciencia y tecnología, un Estado eficiente y una economía con alto nivel de bienestar y equitatividad, con la vigencia de las actuales políticas educativas del Estado, si estas privilegian la continuidad de los mismos modelos educativos y administrativos que soslayaron la investigación y sobre los cuales recae en gran medida la responsabilidad del enclaustramiento de nuestro desarrollo?.
¿Que perfil profesional y antropológico pretenden formar nuestras instituciones frente a los evidentes problemas de comprensión y de formación de pensamiento superior que subyacen en nuestro Sistema Educativo?.
¿Que horizonte debe seguir la Investigación para apuntarle con pertenencia a la raíz y quintaesencia de nuestra problemática educativa?.
Sin pretender responder tales interrogantes de manera directa abordaré el análisis desde senderos que nos aproximen.
Se trata pues de dar mejor educación superior a un mayor porcentaje de la población actualmente atendida y con un mayor nivel de eficiencia del sector.
Compete al Estado el diseño de estas políticas inspiradas en estudios efectuados a nuestro sistema educativo. ¿Cómo hacerlo? (Quiero imaginar que el diseño de éstas obedecen a investigaciones o fehacientes estudios efectuados desde el seno de las comunidades académicas).
Pertinencia parece ser una palabra con exacto significado en este contexto. Veamos: Hay que garantizar mayor cobertura pero con superior calidad a la que arrojan los indicadores vigentes.
Esto implica descentralización y autonomía de departamentos, unidades y programas, apertura de nuevos centros de estudio según las necesidades regionales geográficamente distribuidas, flexibilización curricular y académica, disminución de costos de matricula, etc. pero el aseguramiento de las políticas de calidad implican especialmente una mayor inversión en investigación, la constitución de comunidades académicas de altísimo nivel, la apertura de instancias decisorias a los resultados de las investigaciones y a las innovaciones, pero además, la generación de un gran debate académico que nos lleve a resignificar el sentido de nuestra educación superior, pues la crisis ideológica y de los paradigmas de la modernidad ha tocado sus puertas y se corre el riesgo del sin sentido, del para qué. Un debate que le permita a nuestras instituciones visionar más allá del pragmatismo de la atención a las condiciones actuales de las realidades regionales y proyecte hacia el futuro una visión abierta y creativa de nuestras oportunidades como sociedad. Una acertada lectura del futuro puede proporcionarle la previsión necesaria para la anticipación y el adelanto en distintos sentidos.
Luego en el escenario de lo disperso, de lo complejo, de lo global nuestras Instituciones tendrán que resignificar sus procesos para encontarle sentido nuevamente a su misión educadora según las nuevas características que presenta la sociedad: dispersión, fragmentación, perdida de significado de las totalizaciones y categorizaciones de la realidad, surgimiento de los macrocontextos y de los contextos virtuales ilimitados, fragilidad, incertidumbre y sospecha de transitoriedad en la formulación de los nuevos paradigmas, sospechosa legitimidad de las instituciones que soportan el peso y el desmoronamiento del paradigma de la modernidad, perdida de sentido de conflicto moral frente a las acciones de las superpotencias y del Estado, acumulación de problemas sociales sin resolver en el rompecabezas actual del laberinto de la sociedad.
En este escenario la precisión en la formulación de los diagnósticos y sus núcleos de afectación se constituyen en imperativos para facilitar las interpretaciones de la realidad, de manera que la asunción de los nuevos modos de decir, de invenciones estéticas polisémicas, de inéditas inferencias e interpretaciones frente a la complejidad del mundo y a la miopía de nuestros modernos profetas y de los burócratas, se constituyan en lámparas que convoque el esfuerzo y la lucidez de los modernos cartógrafos, capaces de producir la carta de navegación que nuestra sociedad con urgencia reclama, es decir que, además del ejercicio de la comprensión y de la explicacoión, habrá necesidad de inéditos derroteros conceptuales, de imprevisibles semánticas y desarrollos teóricos que superen los niveles actuales de análisis, aprehensión, reflexión, abstracción lógica, creatividad, pensamiento crítico y aceptación de comunidades especializadas o que supere la lógica de éstas.
Se requiere por tanto superar los actuales niveles de validación y legitimación, generando dudas frente a tales certezas, posibilitando la discusión cientifica constructora de consensos sobre la base de nuevas incertidumbres, a partir del crecimiento de las comunidades académicas de alto nivel.
Lo complejo de nuestra época parece dirigirnos a favorecer el desarrollo de la creatividad como herramienta para explorar y discernir alternativas frente a la incertidumbre, a la pérdida de certezas y del sentido de los paradigmas de la modernidad. Si en palabras de Olga Lucía Zuluaga “… hoy en día el lugar de elaboración de la pedagogía ya no es la escuela, sino la ciencia” se precisa entonces abordar con imaginación nuestros constructos, fruto de actitudes investigativas y creativas que conduzcan a inéditas formulaciones, a la construcción de nuevos paradigmas sociales a la luz de decantadas precisiones discursivas, ya no adheridos a las realidades presentes, sino vislumbrando con previsión y pertinencia la construcción del futuro.


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